Homilia de Fiestas Patrias

Homilia de Fiestas Patrias July 30, 2011
Anoche celebre una Misa por Fiestas Patrias en la parroquia de San Benedict en Duluth, Georgia, organizada por el Consulado del Perú en Atlanta. Nunca había visto tantos peruanos juntos en Georgia. El Cónsul Francisco Rivarola y su esposa Malena organizaron una noche muy amena con comida y música típica peruana. A continuación mi homilía.



Hace unos pocos días le decía a una parroquiana que para Dios no hay coincidencias. Que Dios, en su infinita sabiduría, nos manda lo que necesitamos, siempre y cuando nos mantengamos cerca de Él. Dios no actúa porque no tiene nada que hacer y esta aburrido sentado en un trono lejano en medio de las nubes… Dios actúa con propósito y siempre con un fin en mente.

Esta mañana hable con el Padre Jorge Alberto para decirle que me gustaría concelebrar en esta Misa de Fiestas Patrias. Muy amablemente me dijo que por supuesto, y que seguramente les gustaría a todos que predique un compatriota, un padrecito peruano, así que aquí me tienen. El Padre me dijo también que el evangelio era perfecto (y no creo que esto fue una coincidencia), pues como escucharon, en el evangelio oímos palabras conocidas de Jesús, “Sólo en su tierra y en su casa desprecian a un profeta“, en otras palabras, “nadie es profeta en su propio pueblo.”

Aquí estamos, lejos de nuestro pueblo, lejos de nuestro Perú, pero estamos aquí dando gracias a Dios por 190 noventa años de nuestro país. Son 190 años de logros y derrotas, gozos y tragedias, pero sobre todo, 190 años de ser peruanos y ser felices.

A la distancia nos volvemos todos en embajadores de nuestro país, con sus diferentes músicas, sus comidas que no tienen igual en el mundo y todas sus tradiciones. A la distancia nos hemos convertido en profetas de nuestro pueblo aunque no vivamos en nuestro pueblo.

Al crecer aquí en Georgia, siempre sentía que no pertenecía al 100% a este país, pero a la vez que tampoco pertenecía al Perú al 100%. Creo que muchos inmigrantes nos sentimos de esta manera: un poco desraizados, con una identidad quizás un poco borrosa, no muy concreta. Aquí en el colegio era el muchacho hispano, en Perú era el primo gringo. ¿De dónde soy? ¿A dónde pertenezco? ¿Cuál es mi pueblo?

Siempre participaba en el festival cultural de Augusta, vestido con chullo, poncho, ojotas y medias de lana con un dibujo de llamas, desfilando en el verano infernal de Augusta. Un año vendí un arroz con leche de chuparse los dedos. Al mismo tiempo de sentirme bien peruano, siempre regresaba contento a mi casa en Augusta cada vez que visitábamos el Perú. A veces me preguntaba ¿a qué pueblo pertenezco? ¿Dónde están mis raíces?

Hace diez años me fui al seminario para ser sacerdote de la diócesis de Savannah que cubre las 2/3 partes de Georgia. Al tomar esta decisión sabía que pasaría el resto de mi vida en Georgia, lejos del Perú. Muchos parientes en Lima me preguntaban porque no regresaba al Perú, a mi patria ya que hay tanto por hacer allí… y tenían razón, hay mucho por hacer.

Un día en oración Dios me ayudo a enraizarme y creo que lo que percibí puede ayudar a todo inmigrante. Mi patria en la tierra ciertamente es el Perú, allí nací, sin duda allí están mis raíces. Esta patria, los Estados Unidos, me ha ayudado a desarrollarme como persona, crecer, estudiar, trabajar y estar aquí presente hoy como sacerdote. Pero la patria eterna la compartimos todos no importa donde hayamos nacido o crecido.

Nuestra patria es el Reino de Dios. San Pablo nos dice en su carta a los filipenses, “nosotros somos ciudadanos del cielo, y esperamos ardientemente que venga de allí como Salvador el Señor Jesucristo.”

Mi raíz esta firme. Mi identidad clara. Pertenezco al Reino de Dios como su hijo.

Ninguno en la tierra es profeta en su pueblo porque todos pertenecemos a una patria celestial, somos todos ciudadanos del cielo. Con fe y esperanza creemos que Jesucristo nos llevara un día a esta patria donde no necesitaremos ni pasaporte, ni visa.

Vivimos lejos de nuestro Perú, pero tenemos el deber de ser profetas de su cultura y belleza.

Vivimos en la tierra, pero tenemos el deber de ser profetas del Reino de Dios, del reino de los cielos, a todo momento y en todo lugar.

Pidamos que Dios bendiga esta noche al Perú. Pidamos que Dios bendiga nuestros caminos, para siempre permanecer enraizados en El y fieles a su palabra. Que El guide nuestros pasos y nos permita comprender más profundamente nuestra identidad como hijos de Dios.

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