La Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) fue un encuentro impresionante. Alguien la llamo las ‘Olimpiadas Católicas’ por su magnitud y alcance internacional. Aquí tienen algunas estadísticas oficiales del evento: dos millones de participantes, 93 países representados, 18,000 policías, 30,000 voluntarios, 14,000 sacerdotes, 800 obispos, 5,000 periodistas, un costo de 50 millones de dólares pagados por inscripciones de los participantes, patrocinadores y donaciones privadas, 200 millones de dólares inyectados en la economía española y una Misa de clausura con una congregación del tamaño de 48 campos de futbol.
Desafortunadamente la prensa se ha enfocado en los 5,000 manifestantes en contra de la presencia del Papa en España durante una crisis económica y la mentira que dinero del gobierno está financiando la JMJ. Este enfoque de la prensa debe ser causa del sensacionalismo. La verdad es que encuentro el hecho que dos millones de jóvenes asistieron la Misa de clausura en un país tan secularizado mucho más sensacional. La JMJ va en contra de la actual cultura dominante en Europa.
La JMJ es un contraste a los recientes disturbios causados por jóvenes en Londres. Una sociedad sin Cristo se desmorona en la desesperación y desorden. Una sociedad con Cristo crece, prospera y tiene esperanza para el futuro. El Papa animó a los jóvenes a estar arraigados y edificados en Cristo y permanecer firmes en la fe, palabras tomadas de la Carta de San Pablo a los Colosenses. La JMJ nos hace tomar conciencia que la Iglesia es joven, que la Iglesia es pertinente hoy en día y que en Cristo hay gran esperanza para el futuro.
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