Promesa bautismal de los padres

Promesa bautismal de los padres May 22, 2012

“Ustedes padres que piden el bautismo para su hijo, deben dares cuenta de que contraen la obligación de educarlo en la fe, para que sepa guardar los mandamientos divinos: amar a Dios y a su prójimo, como Cristo nos enseñó.  ¿Aceptan esta obligación?

El día que presentaron a sus hijos para el bautismo, escucharon estas palabras.  El sacerdote o diacono les hizo esta misma pregunta y ustedes respondieron, “Si.”  El bautismo es esencial para los recién nacidos ya que a través de él, los niños se integran a la familia de Dios al ser liberados del pecado original y al renacer en Cristo.

Esta manifestación de gracia no solo afecta al niño bautizado, pero su efecto se extiende a su familia, en particular a sus padres.  Este es un momento de compromiso con Cristo y su Iglesia.  Es un momento donde los padres reconocen su papel principal en la educación religiosa y el bienestar espiritual de sus hijos.

Lamentablemente muchos padres no logran cumplir este compromiso.  Los padres no pueden delegar por completo su responsabilidad a otra persona, sea un catequista en la parroquia o una maestra en la escuela parroquial.  El catequista comparte y ayuda a los padres con su responsabilidad, pero nunca podrá remplazarlos.

Si los niños no aprenden de Dios en casa, si no escuchan a sus padres hablar de la presencia de Dios en sus vidas, si no ven a sus padres en oración, en particular en la Misa dominical, sus vidas espirituales serán grandemente empobrecidas. Así como buenos padres se aseguran que sus hijos coman, cumplan sus tareas y tengan actividades sanas, buenos padres cristianos velan por el bienestar espiritual de sus hijos, el elemento personal más importante de la vida del niño.

La fe se transmite en casa a través de la palabra y el ejemplo, se refuerza con catequesis en la parroquia y se manifiesta en la Misa dominical.  Padres que si cumplen con su compromiso de transmitir la fe a sus hijos reconociendo su responsabilidad espiritual sobre ellos se convierten en buenos padres cristianos, y sus niños beneficiarán tremendamente por el resto de sus vidas.


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