El Dios de sorpresas

El Dios de sorpresas August 24, 2012

 

El domingo pasado antes de iniciar la Misa, una parroquiana entró a la sacristía con una bolsa plástica.  Se me acercó y me dijo, “Padre, la hija de mi vecina me dio esto cuando mi vecina murió, y la verdad no sé que cosa será.  Solo sé que viene de Roma.”  Me dio curiosidad que podría traer la señora en la bolsa marrón, así que le pregunte si podía ver el contenido.

Al ver el contenido me vino una sonrisa de incredulidad y le dije inmediatamente a la señora, “sé exactamente lo que es.”  La señora me miró sorprendida.  “Es una placa conmemorativa del año 1959 celebrando los cien años de la fundación de mi seminario.”  Nos quedamos los dos asombrados.  Me preguntó si deseaba quedarme con la placa de madera que contenía el escudo de armas del seminario pintado a mano, la acepté con gozo.

Estos últimos días he tenido este intercambio con la señora en mente.  ¿Cómo puede un evento que inició tan ordinariamente transformarse en un intercambio de alegría y asombro para los dos?  Al principio pensaba que la señora sacaría la estatua de algún santo olvidado o algún recuerdo insignificante de plástico, pero estuve yo muy equivocado.

Estoy convencido que a Dios le encantan las sorpresas, y a través de ellas nos llena de gozo.  El arcángel Gabriel le anunció a la Virgen María una inesperada sorpresa gozosa.  Jesús sanó a paralíticos y enfermos, sorprendiendo a todos los testigos.  Jesús resucitó al tercer día, asombrando a sus discípulos.  Que sorpresa cuando María Magdalena les anunció, “¡He visto al Señor!”

Lamentablemente muchas veces no nos gustan las sorpresas pues suelen desestabilizarnos.  Queremos tener todo bajo control.  Nos fastidiamos y atolondramos cuando las cosas no siguen de acuerdo al plan.  Pero considera esto, si la Virgen María se hubiese cerrado al elemento de sorpresa y hubiese querido mantener control absoluto sobre su vida, seguramente le hubiera dicho “no” al arcángel.  Cuanto más nos abrimos a la presencia de Dios en nuestras vidas, lo más que Él nos sorprenderá a través de eventos ordinarios y extraordinarios.  Cuanto mas confiemos en que Jesús ha vencido al mundo, lo más dóciles seremos, permitiendo que sus sorpresas moldeen nuestra voluntad de acuerdo a la suya.

La sorpresa más grande que Dios ha obrado en mi vida es el sacerdocio.  Ahora como sacerdote Él continúa a sorprenderme cada día.  Permítele a Dios sorprenderte, síguelo y encontraras gozo y alegría.

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