¡Resucitó de veras mi amor y mi esperanza!

¡Resucitó de veras mi amor y mi esperanza! March 31, 2013

 

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“¿Que has visto de camino, María, en la mañana?  A mi Señor glorioso, la tumba abandonada, los ángeles testigos, sudarios y mortaja.”  Esta pregunta hecha a María Magdalena en un himno del siglo XI nos permite participar en el gozo de aquella escogida para ser el primer testigo de la tumba vacía. Recordamos con asombro que la Magdalena encontró ángeles, sudarios y mortaja en la tumba, pero no halló a Jesús porque él estaba vivo y ya no entre los muertos.

¿Qué hubiera sucedido si cuando María Magdalena llegó a la tumba, hubiese encontrado la piedra aun bloqueando la entrada a la tumba y el cuerpo muerto de Jesús dentro?

Nada hubiera sucedido.  Todo hubiera continuado con normalidad en Jerusalén. La muerte violenta de otro gran profeta en la línea de los grandes profetas judíos hubiera sido lamentada. Otro sabio maestro hubiera sido añadido a la lista de grandes maestros que han vivido a lo largo de la historia.

¿Qué hubiera sucedido si cuando María Magdalena llegó a la tumba, hubiese encontrado a Jesús vivo, pero simplemente revivido, sin un cuerpo glorificado que podía pasar a través de puertas cerradas, viajar grandes distancias rápidamente, y sin embargo todavía comer pan y pescado?

María ciertamente se hubiera quedado anonadada así como se quedaron los testigos de la resurrección de Lázaro, el amigo de Jesús.  La Magdalena se hubiera quedado tan sorprendida como quedo yo sorprendido cuando médicos reviven a un muerto con descargas eléctricas.  Después del asombro inicial de los discípulos, nada significativo hubiera ocurrido ya que después de unos años Jesús hubiera muerto como todo otro hombre.  En este caso, una vez más, Jesús hubiera sido recordado como un gran profeta y maestro.

Nuestra fe se basa en la resurrección. “Si Cristo no resucitó de entre los muertos, entonces nuestra predicación es en vano y nuestra fe es en vano”, escribe San Pablo. Los cimientos de nuestra fe están edificados con la resurrección de Jesús.  La resurrección nos asegura que él es un testigo digno, afirmando que todo lo que él enseñó es cierto. La resurrección nos enseña que Dios tiene poder sobre el pecado y la muerte. Tantas veces escuchamos que Jesús resucitó de entre los muertos que estas palabras parecen haber perdido su impacto sobre nosotros.  ¡Este hecho hizo cambiar el curso de la historia!  Si Jesús no hubiese resucitado, no existiría la iglesia y no habría ningún evangelio para predicar.

En el himno Victimae Paschali Laudes del siglo XI, María Magdalena con alegría clama, “¡Resucitó de veras mi amor y mi esperanza!”   La alegría de la Pascua es el fundamento de nuestra fe y esta alegría se basa en nuestra cierta esperanza que si morimos con Cristo, resucitaremos con él y viviremos con él para siempre.  Esta es la promesa más grande hecha a nosotros los creyentes en Cristo y con mucha fe la reconocemos y con gozo esperamos.

[Foto: Cristo Resucitado de la Procesion Pascual de Sevilla, 2006]

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