Encuentro con Dios

Encuentro con Dios January 17, 2014

Una vez oí una historia sobre un párroco que se subió al campanario de la iglesia para estar más cerca de Dios. Pensó que al subir oiría a Dios con más facilidad y luego podría pasar su mensaje a sus parroquianos.
Pero cuanto más tiempo pasaba en el campanario, más lejos de Dios se sentía. Un día desesperado exclamó, “¡Dios, háblame! ¿Dónde estás? ¡Muéstrate a mí!”

En ese mismo instante el sacerdote escuchó una voz que venía de abajo, no de arriba, diciendo, “¡mi hijo, aquí estoy! ¡Aquí en la tierra entre mi pueblo!”

El sacerdote buscaba en el lugar equivocado ya que no había comprendido el gran misterio que la Iglesia celebra en la Navidad: que Dios ha venido a habitar entre nosotros, él es Emmanuel.  Algunos buscan a Dios en las montañas mientras que otros en los desiertos. Otros aún recorren los extremos de la tierra en busca de él, pero todos estos terminan frustrados como el sacerdote de la historia porque sus búsquedas no producen ningún resultado satisfactorio. Dios ha venido a habitar entre nosotros y no es necesario viajar para encontrarlo.

Tres reyes magos si emprendieron un largo camino para rendir honores a Jesús, sin embargo, la estrella no los condujo a un majestuoso palacio o a un reino con riquezas. Encontraron a Dios donde menos lo esperaban: en una cueva fría cerca de la pequeña ciudad de Belén.  Encontraron a Dios en un humilde niño recién nacido entre los pobres.

Dios ha visitado a su pueblo y ha escogido habitar entre nosotros. Podemos encontrarlo aquí y ahora, por lo tanto estamos llamados a buscarlo aquí y ahora.

Jesús nos enseñó que “donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos,” y que “lo que hiciste por el más pequeño de mis hermanos, lo hiciste por mí.”

Sabemos que por medio del bautismo Dios ha venido a morar en nosotros haciéndonos templos del Espíritu Santo. Dondequiera que vayamos, lo llevamos a Dios con nosotros. Cada persona con quien tenemos contacto es un encuentro con el Dios vivo y verdadero.

Nuestra búsqueda de Dios encuentra su cumplimiento en cada Eucaristía donde Dios mismo se revela en el tiempo y espacio.   Allí nos hace recordar que ha querido morar entre nosotros.   Dios viene a alimentarnos con comida del cielo que fortalece su presencia dentro de nuestro ser.  En la Eucaristía Dios se manifiesta así como lo hizo en la noche de la Navidad, de la manera menos esperada.  Pan y vino se transforman en el cuerpo y la sangre de Jesucristo su hijo.

Dios ha visitado a su pueblo.  Ha elegido morar con nosotros sus criaturas. El misterio celebrado en la Navidad continúa durante todo el año para aquellos que buscan a Dios y lo encuentran aquí y ahora en preparación para la vida eterna.

[Foto: Parroquia de Oberammergau, Alemania, 2009]

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