Arrepentimiento y Salvación

Arrepentimiento y Salvación March 20, 2014

Hace unos años mientras caminaba por la Plaza Mayor de Madrid me detuve a admirar los hermosos edificios y tomar algunas fotos.  Al estar detenido, escuché una conversación entre dos hombres mayores sentados en una mesa afuera uno de los muchos cafés.  Bebían su café calientito en la tarde fría con boinas sobre sus cabezas. Uno le dijo al otro, “¿arrepentirme de qué? ¿Si yo no tengo nada de que arrepentirme? En toda mi vida no he hecho nada malo.”  Su tono de voz era amargo, su voz fuerte, el hombre estaba regañado.

Al retomar mi camino por la plaza pensé de mi suerte de no ser yo el que estaba sentado tomando café con el señor.  Miento.  La verdad es que sentí compasión por este hombre. Su tono de voz y sus palabras mostraban un corazón herido y endurecido. Quien cree no tener necesidad de arrepentirse es una persona que vive en un tormento diario.

Pensar que uno no tiene de qué arrepentirse va en contra del mensaje del Evangelio. Si uno no tiene necesidad de arrepentirse, si uno piensa no haber cometido pecados, entonces ¿qué beneficio fue la muerte y resurrección de Jesucristo? Pensar que uno no tiene faltas es ignorar a San Pablo, quien escribió a los romanos, “todos han pecado y están lejos de la presencia gloriosa de Dios” y pasar por alto lo que San Juan dijo, “si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y no hay verdad en nosotros.”

El autor inglés G.K. Chesterton señaló que el pecado original “es la única parte de la teología cristiana que realmente puede ser probada”.  Chesterton argumentaba que la realidad del pecado puede ser verificada y validada simplemente mirando la historia de la humanidad. Pienso que la realidad del pecado puede ser verificada y validada rápidamente considerando nuestra propia historia personal.

Dios nos llama al arrepentimiento ya que nos hemos apartado de él a causa de nuestros pecados.  Por esta razón Dios le ha dado “al mundo su hijo unigénito, para que todo aquel que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de él.”

La Cuaresma es tiempo de arrepentimiento. Es tiempo para reconocer que hemos pecado y reconciliarnos con Dios. Es tiempo para alegrarnos por la salvación que Dios Padre nos ofrece a través de su Hijo.

Reconocer nuestra necesidad de arrepentimiento es reconocer la verdad. No reconocer la verdad lleva al tormento, amargura y tristeza que el hombre en el café sentía. El reconocer la verdad lleva a la paz y en particular reconocer la verdad que “todos han pecado y están lejos de la presencia gloriosa de Dios.”  Solo al buscar fervorosamente la misericordia y la gracia de Dios se encuentra el perdón y la paz.

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