Católica en la Corte Suprema

Católica en la Corte Suprema June 25, 2014

Por algún tiempo he tenido una curiosidad en mi mente. El 7 de agosto de 2010 un evento histórico sucedió en los Estados Unidos cuando Elena Kagan juramentó como jueza de la Corte Suprema. Por primera vez en la historia no había protestantes en la corte más alta del país. Tres judíos y seis católicos se convirtieron en los jueces de más alto rango. Mi curiosidad es referente a los seis jueces católicos. ¿Qué papel ha desempeñado el catolicismo en su manera de pensar y en sus  decisiones jurídicas? ¿Hay factores comunes provenientes de su fe que de alguna manera les dio una ventaja en cuanto a su carrera judicial?

Click here for English

Mientras estaba en una librería hace unas semanas me llamó la atención la foto de la Jueza Sonia Sotomayor en la cubierta de un libro.  Agarré el libro y vi que era su autobiografía publicada en el 2013.  Compré el libro y lo leí inmediatamente. No recibí respuestas a mi curiosidad inicial, pero si recibí un entendimiento del papel que la iglesia católica ha tenido en la vida de la primera latina y tercera mujer de la Corte Suprema.

La Jueza Sotomayor creció en viviendas públicas siendo la hija de padres Puertorriqueños que emigraron a Nueva York buscando una vida mejor. Su madre trabajaba largas horas como enfermera en un hospital para pagar las cuotas de la escuela católica Blessed Sacrament en el Bronx para que sus hijos recibieran una educación de calidad.   La mamá de Sotomayor insistía que con una buena educación sus hijos llegarían lejos en la vida. Sotomayor reconoce que las Hermanas de la Caridad “ayudaron a formar quien yo soy” y que lanzaron a muchos de sus alumnos hacia una existencia productiva y significativa. Su tono se vuelve un poco sentido al recordar aquello que la Hermana María Regina escribió sobre ella en la graduación del octavo grado. La hermana describió las ambiciones de Sonia de ser abogado como extrañas.

La autobiografía de Sotomayor también revela una experiencia decepcionante y frustrante con la iglesia. A los nueve años su padre murió repentinamente dejando a su madre joven en una profunda depresión. Sotomayor relata que el sacerdote de Blessed Sacrament se negó a visitar a su madre porque ella no asistía a la misa dominical. Sotomayor reconoce que su madre no asistía a la misa (aunque Sotomayor lo hacía con su hermano y los demás estudiantes), pero a la vez presenta un buen punto: su madre iría a misa, pero si trabajaba largas noches para que sus hijos pudieran recibir una educación católica.  Escribe en su libro, “no debería el Padre Dolan perdonar si ella necesitaba ayuda?” A los nueve años razonó: “incluso si él pensaba que no era lo suficientemente cristiana mi mamá, no debería ser él más cristiano?”  Ya que el sacerdote no llegó, la familia buscó a un ministro bautista para reunirse con la madre de Sotomayor.

Cuando la Arquidiócesis de Nueva York anunció que cerraría la escuela Blessed Sacrament, la Jueza Sotomayor dijo en una entrevista, “Tengo el corazón quebrantado. La escuela es un símbolo de lo que significa para todas nuestras familias, como mi madre, que eran extremadamente pobres. Fue un camino hacia oportunidades para niños que no tenían ninguna otra alternativa”.

El libro no calmó a mi curiosidad inicial, pero si reveló íntimamente a una mujer fascinante que surgió en su carrera de servicio público contra todo pronóstico. Su educación católica en la escuela Blessed Sacrament le sirvió bien, y esta misma educación le sirve ahora a todo el país al ella pertenecer a la corte más alta de la nación.


Browse Our Archives