Hágase la Voluntad de Dios

Hágase la Voluntad de Dios June 2, 2014
La otra noche estaba leyendo un libro que elegí al azar a la entrada de una capilla del Santísimo Sacramento. Empecé a leerlo y después de sólo pasar unas pocas páginas encontré escondido entre las páginas una pequeña hojita blanca de papel con una oración. Había una frase escrita sobre la oración que proclamaba: “esta novena nunca ha fallado”. Arrugué el papelito sin siquiera haber leído la oración.  Revisé todo el libro y encontré dos hojitas más con la misma oración.  Al salir de la capilla, se me ocurrió revisar algunos de los otros libros que había allí.  Luego de mirar unos treinta, saqué diecisiete de estas oraciones. Las tiré a la basura.
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Una cosa es tener plena confianza y la fe que Dios me dará lo que necesito, otra es pensar que Dios es un hada madrina dispuesto a mover su varita mágica y concederme cada uno de mis antojos y deseos. Por esta razón encontré peligroso distribuir una novena que asegura nunca haber fallado. Una oración así da la impresión que Dios es un hada madrina en vez de ser la fuente de todo lo que existe, ser quien nos sostiene en existencia y quien ordena todas las cosas en el universo para el bien.

Cuando alzamos oraciones de petición pidiéndole a Dios por nuestras necesidades y las necesidades de otros, debemos imitar al leproso del Evangelio de Lucas que se postró ante Jesús y le dijo: “Señor, si tú quieres, puedes limpiarme.” Jesús extendió su mano, lo tocó y dijo: “lo quiero, queda limpio.” El leproso se acercó a Jesús dispuesto a conformar su voluntad a la de Dios. Por medio de sus palabras, se puso a la disposición total de la misericordia de Jesús. No exigió su sanación con una “novena que nunca falla “, pero si tuvo confianza que Jesús lo podría sanar. El leproso se entregó totalmente a la voluntad de Dios, sea lo que sea, y quedó sanado.

En el pasaje Bíblico el leproso no le impone ni su pensamiento ni sus opiniones a Jesús, y tampoco intenta convencerlo o controlarlo. Más bien confía en que Jesús tiene el poder de sanarlo y le deja la decisión enteramente a él.  Nuestras oraciones deben expresar este abandono a la voluntad de Dios, siendo oraciones que confían que lo que Dios quiera será lo mejor.

En la oración perfecta Jesús nos enseña a orar, “hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo.”  Toda oración de petición debe ir acompañada de estas palabras.  Muchas veces nos acercamos a Dios diciéndole: “hágase mi voluntad” en lugar de “hágase tu voluntad,” limitándolo a Dios con nuestras propias ideas en lugar de permitirle que nos sorprenda.

Por supuesto que si debemos pedirle a Dios por nuestras necesidades, después de todo Jesús nos enseñó: “el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y se abrirá la puerta al que llama, ” pero siempre debemos recordar que en todas las cosas que pedimos en fe, pedimos que se haga la voluntad de Dios.  De lo contrario quedaremos tremendamente decepcionados.   

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