Visitando a un Santo

Visitando a un Santo July 25, 2014
 


Temprano una mañana abordé el Euskotren en San Sebastián.  Deteniéndose a menudo, el tren lentamente bordeaba la hermosa costa norte del País Vasco de España. El mar azul profundo hacia contraste con la costa escabrosa. Siendo para mi imposible comprender el misterioso idioma vasco, viajé sentado en silencio admirando la vista.

Bajé del tren en el puerto de Zumaia y parado esperé el autobús. Mi abrigo, bufanda y guantes no proporcionaron defensa suficiente para evitar que la brisa helada me haga temblar. Después de una hora de camino a bordo del autobús llegué a la calmada ciudad de Azpeitia. Presioné el botón naranja cerca de mi asiento señalizándole al conductor que estaba listo para bajarme en la siguiente parada. No podía contener mi emoción, pronto visitaría la ciudad natal de uno de mis santos favoritos.

El bus se detuvo cerca de unas bancas y bajé con mi bolsa. Mientras se alejaba el autobús, vi por primera vez la austera pero hermosa cúpula señalando el lugar de nacimiento de Iñigo López de Loiola, mejor conocido en castellano como San Ignacio de Loyola.

Nacido en una familia noble menor del País Vasco en el pueblo de Loiola en 1491, Iñigo fue entrenado como soldado y resultó gravemente herido en 1521 durante una batalla en Pamplona. Mientras yacía en cama durante su recuperación en el castillo familiar en Loiola, Iñigo leyó algunos libros incluyendo uno sobre la vida de los santos y uno sobre la vida de Cristo.

Estatua de cuando San Ignacio fue traido al castillo de Loiola despues de la Batalla de Pamplona

Al sanar su pierna, Iñigo experimentó una profunda conversión. Decidió abandonar su carrera militar y viajar a Tierra Santa donde podría ser un soldado de Cristo.  No cumpliéndose este deseo inicial, regresó a Europa y asistió al seminario en París. Allí reunió en su entorno a seis amigos, entre ellos los futuros santos Francisco Javier y Francisco Borja, y fundó en 1534 la Compañía de Jesús.

Iñigo se hizo conocido por sus Ejercicios Espirituales, una colección de oraciones, sugerencias para la oración y reflexiones espirituales que es hoy un clásico espiritual. Viajó enseñando estos ejercicios, a veces teniendo problemas con las autoridades eclesiásticas que cuestionaban la legitimidad de su trabajo.

El Papa Pio III aprobó la Compañía de Jesús en 1540. Sus miembros, los jesuitas, comenzaron rápidamente a enseñar en universidades europeas, a llevar a cabo expediciones misioneras hasta los confines de la tierra y a predicar retiros espirituales.

Pasé la tarde explorando el castillo de Loiola, la basílica y sus hermosos jardines antes de tomar el autobús para Bilbao. Recé  en la sala donde Ignacio tuvo su conversión; la misma sala donde murió el 31 de julio, 1556. Una inscripción en una viga declaraba: “Aquí se entregó a Dios Iñigo de Loyola.”

La compañía de Jesús ha crecido y prosperado a pesar de ser suprimida por Roma de 1773 a 1814, principalmente debido a presión política.  Hoy en día hay aproximadamente 20.000 jesuitas (uno de ellos nuestro querido Santo Padre Francisco) haciéndola la orden religiosa masculina más grande de la iglesia católica. Todo esto porque un hombre oyó la llamada de Dios, tuvo una conversión de corazón y se entregó al servicio de Dios.

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