La Experiencia del Inmigrante

La Experiencia del Inmigrante August 20, 2014

Más de ciento cincuenta sacerdotes, religiosas, trabajadores parroquiales, empleados diocesanos y laicos comprometidos se reunieron en Warner Robins el 12 de agosto para un Encuentro sobre el Ministerio Hispano. Fue un momento para reunirnos como diócesis para contemplar y hablar de la necesidad de estirar el brazo a nuestros hermanos inmigrantes católicos que viven en nuestras comunidades.  En sus comentarios, el obispo Hartmayer señaló que el Center for Applied Research in the Apostolate (CARA) estima que 80.122 católicos hispanos viven en los confines de nuestra diócesis, mientras que la cuenta diocesana de feligreses del 2012 registró  5.524 asistentes en las misas en español. Estos números reflejan la necesidad de que la iglesia llegue a sus fieles más efectivamente para que todos sean un rebaño bajo un solo pastor.

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Providencialmente el pasaje del evangelio de la Misa durante el Encuentro fue la parábola del pastor que deja sus noventa y nueve ovejas en busca de la oveja perdida. La experiencia de la ovejita perdida refleja la experiencia del inmigrante.

Atraída por praderas más verdes y aguas más frescas, la ovejita del evangelio queda separada del rebaño.  Al encontrar praderas más verdes, llenó su barriga.  Al llegar a aguas más frescas, sació su sed.  De repente alzó la mirada y se dio cuenta aterrorizada de que el pastor y las ovejas se habían desaparecido. Lejos de todo lo que era conocido para ella, se había perdido.  Estaba distante a todo lo que la había arraigado en su gran vida como ovejita.

Las praderas eran abundantes y el agua refrescante, pero la ovejita estaba perdida. ¡Qué alivio y alegría sintió la ovejita cuando vio al pastor!  Finalmente encontró a alguien conocido, a alguien que se preocupara por ella y más importante, a alguien que la llevara de vuelta al rebaño.

Los inmigrantes se encuentran en una pradera diferente, la mayoría de las veces debido a circunstancias más allá de su control. Falta de oportunidad, hambre, opresión, desempleo, persecución, intimidación y tantas otras situaciones, convencen a miles de hombres y mujeres cada día que es necesario dejar atrás su rebaño, dejar atrás la cultura que los arraiga como seres humanos, dejar atrás el lenguaje que aprendieron de sus padres, dejar atrás estructuras familiares y sociales que son reconfortantes.  Los inmigrantes van en búsqueda de nuevas praderas verdes.

Ser un inmigrante es vivir una existencia desarraigada, viviendo la experiencia de ser desplazado como la oveja perdida. El inmigrante pertenece a ambas praderas, pero al mismo tiempo no pertenece a ninguna. El inmigrante se esfuerza por encontrar una identidad firme ya que vive entre dos mundos. ¿Dónde encuentra un inmigrante la mejor tierra para que sus raíces crezcan? ¿Dónde encuentra la ovejita perdida consuelo y alegría después de su experiencia de estar perdida?  Esto sólo se encuentra en el buen pastor, Jesús, quien no sólo encuentra y arraiga al inmigrante desplazado, pero encuentra y arraiga a todo ser humano.

En nuestra iglesia tenemos tierra fértil y praderas verdes.  Qué alivio y alegría sienten los inmigrantes cuando ven a su pastor, su iglesia, su sacerdote, a alguien conocido, cuidándolos y llevándolos de vuelta al rebaño. Esta es nuestra misión como iglesia, buscar a las ovejas perdidas para que todos seamos un solo rebaño bajo un solo pastor.


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