Oración y Vocación

Oración y Vocación September 30, 2014

Más de doscientos cuarenta directores vocacionales de los Estados Unidos, Canadá, Australia, Inglaterra y Escocia se reunieron la semana pasada en una conferencia patrocinada por la Convención Nacional de Directores Vocacionales Diocesanos en Long Island, Nueva York.  Los nuevos como yo asistieron a una sesión de tres días antes del inicio de la conferencia para aprender de directores vocacionales con más experiencia. Fue alentador conocer a tantos sacerdotes, la mayoría de ellos jóvenes, que han sido dados la responsabilidad de fomentar que hombres y mujeres abran sus corazones para responder al llamado de Dios.

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El arzobispo Jorge Carlos Patrón Wong, Secretario para los Seminarios de la Congregación del Clero en Roma, presentó la visión del Papa Francisco para la formación de seminaristas. El Papa ha solicitado al arzobispo Patrón Wong de crear una “cultura de encuentro” entre los seminaristas preparándose para el sacerdocio. Compatible con las acciones del Papa, esto significa que los futuros sacerdotes deben prepararse con un espíritu misionero que se dirige hacia tener un encuentro con los demás. El arzobispo afirmó que “seminaristas primero deben convertirse en hombres buenos y fieles cristianos, sólo entonces serán aptos para ser buenos pastores.”

La conferencia creó varias oportunidades para fomentar la fraternidad entre los asistentes. Tuve la oportunidad de reencontrarme con amigos del seminario, intercambiar ideas, conocer a otros directores vocacionales y aprender acerca de los programas ofrecidos por los exhibidores presentes. Tener un buen sentido del humor es una cualidad deseada en sacerdotes y en aquellos considerando el sacerdocio, así que en estos encuentros nunca están ausentes las risas y las carcajadas.

La prioridad de la oración en el trabajo vocacional fue resaltada y practicada a lo largo de la conferencia. Cada día el horario incluía una hora de oración ante el Santísimo Sacramento, oración comunitaria de la Liturgia de las Horas y Misa.  La oración es la base que sostiene todo el trabajo vocacional.  Desde oraciones ofrecidas por el pueblo de Dios para que Dios envíe sacerdotes santos, a la oración individual ofrecida por un joven que está considerando el sacerdocio, todos estamos invitados a orar. Estamos bendecidos en nuestra diócesis con el rezo frecuente de nuestra oración diocesana para vocaciones en muchas parroquias y la habilidad de orar por nuestros seminaristas por nombre cada día.

En la oración es donde nuestra relación con Jesús se desarrolla y se fortalece. De esta relación fluye nuestra identidad como hijos e hijas de Dios, y esta identidad nos lleva a la acción. Si no hay oración, nuestra identidad será débil y no sabremos hacia qué dirección apuntar nuestras vidas. Cuando se trata de discernir la voluntad de Dios, hay una persona que desesperadamente desea comunicar la voluntad de Dios a nosotros: Dios mismo. Debemos buscarlo en la oración y fortalecer nuestra relación con él. Toda presión o ansiedad con respecto a la búsqueda de nuestra vocación desaparece cuando uno lleva una vida de oración, puesto que es allí, en la oración, Dios derrama su amor y manifiesta su voluntad.

El Cardenal Edwin O’Brien afirmó que “los hombres entregan su vida a un misterio, pero no a un signo de interrogación.”  La oración mantiene el misterio de Jesucristo siempre fresco y nunca le permite convertirse en un una realidad turbia y cuestionable.  La oración eleva nuestras mentes y corazones a Dios, quien con alegría llena nuestras vidas con su presencia amorosa, permitiendo que cada uno de nosotros podamos responder  a su llamado.

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