Amar al Projimo

Amar al Projimo October 25, 2014

Hay una historia escrita por un autor conocido de la Republica Checa.  El autor se llama Franz Kafka y la historia se llama Metamorfosis.  Hace como diez años leí esta historia y el mensaje de la historia me impactó; y las lecturas de esta Misa me han hecho recordar la historia.

Gregor, el personaje principal es un joven que vive con sus padres y su hermana.  Este joven trabaja como vendedor en una tienda, trabajando duro para ganarse la vida, pero Gregor por dentro se siente deprimido, abatido y miserable. Esconde bien su miseria interior, pero por dentro el pobre sufre tremendamente.

No solo es que detesta su trabajo, pero las personas que lo rodean, compañeros de trabajo y sus familiares, lo tratan sin respeto, insultándolo y prestándole poca atención.  Gregor se siente como un insecto: insignificante, ignorado y no digno del amor de nadie.

Una mañana Gregor se despierta aterrorizado al darse cuenta que lo que sentía por dentro se ha manifestado ahora por fuera: Gregor se despierta y ve que se ha convertido en una asquerosa cucaracha.

El autor nos dice que la única manera para que Gregor vuelva a ser un ser humano, es recibir amor y cariño de otras personas, pero desafortunadamente con su cambio o metamorfosis, esta transformación que le ha ocurrido, hace a Gregor menos deseable aun.  Sus familiares y amigos lo abandonan, lo dejan solo en su dormitorio y al final, Gregor muere solo y despreciado.

La causa de su muerte: la falta de amor.

Jesús nos recuerda en el evangelio de hoy, “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser.” Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo.”

El amor de Dios y del prójimo están tan atados el uno al otro que es imposible separarlos.  Son las dos caras de una misma moneda.

El amar es una decisión.  Dios ha decidido amarnos a nosotros los hombres no por nuestra grandeza o buena conducta, pero mas bien, él nos ama, nos busca y habita entre nosotros a pesar de nuestras deficiencias y pecados.  Nuestros pecados a veces nos convierten en la cucaracha de la historia y es el amor de Dios que nos transforma y nos hace creaturas dignas de ser amadas.  Si no fuera por Dios, moriríamos por la falta de amor.

Con seguridad hay mucho dentro de nosotros que no le gusta a Dios: nuestros pecados, nuestras infidelidades, nuestro rechazo de su amor y misericordia, pero aun así, Dios decide continuar a amarnos, no porque El recibirá un beneficio, pero porque nosotros somos los que beneficiamos de su amor.

Como discípulos de Cristo, estamos llamados a imitar este amor de Dios y tomar la decisión de amar a quienes nos rodean a pesar de sus deficiencias y faltas.  Es con el amor de Dios y el amor que demostramos al prójimo que podemos transformar al mundo.

Gobernantes, políticos y revolucionarios todos proponen mundos nuevos y transformados, pero que único que tiene el poder de transformar al mundo es Jesucristo y esa transformación inicia aquí mismo, en el corazón humano.

Amar y aceptar a otra persona no es siempre fácil, especialmente si la vemos como una cucaracha.  El amar siempre requiere ayuda divina.  La habilidad de amar a otra persona es una señal de que Cristo vive en nosotros, es señal de nuestra identidad como cristianos: es lo que nos hace diferentes a los demás.  A veces damos por hecho los instantes donde la gente es amable, olvidando que rápidamente caemos y dejamos de amar a quienes se nos hace más difícil.

Nuestro llamado como cristiano es de amar, incluyendo a quienes es difícil de amar.

Si esperamos que alguien cambie y se haga digno de recibir nuestro amor, estaremos esperando por el resto de nuestras vidas.

Es precisamente en el amar a otra persona que la persona se transforma en alguien digna de tu amor.

Es en el amor de Cristo que nos hacemos dignos de recibir amor.  En su amor, Dios nos transforma.  En vez de ser cucarachas, el amor de Dios nos transforma en sus hijos, hijos de Dios, dignos de amor y vida eterna.

Es en el extender nuestra mano hacia los pobres y los mas necesitados, que ellos se transforman en personas dignas de amor.

Es en el pasar tiempo con miembros de nuestra familia, especialmente aquellos quienes se nos hace difícil amar y comprender, es allí que nuestros parientes se transforman en personas dignas de amor.

Es en el dar de nuestro tiempo y talentos a nuestra parroquia que tocamos muchas vidas, transformando a toda la comunidad en personas dignas de nuestro amor.

Así que la próxima vez que veas a alguien repulsivo, alguien difícil de comprender y amar, la próxima vez que veas a alguien que te parece tan asqueroso como la cucaracha de la historia de Kafka, recuerda que el amor de Jesucristo tiene el poder de transformar a esa persona y es tu deber amar y respetar a esa persona para que el amor de Dios la transforme.


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