Vida Nueva

Vida Nueva December 10, 2014

Parece mentira que el Adviento ya está a la mitad y que la Navidad llegará en menos días.  Nuestra espera ya está por terminar, el tren está por partir de la estación, y la pregunta es ¿estamos preparados? ¿estamos listos?

Durante este último mes hemos escuchado en la Misa dominical a San Juan Bautista predicar el arrepentimiento.  Él es la voz que clama en el desierto “preparen el camino del Señor.”  Él es la voz que nos urge a preparar para la llegada del Salvador.

Así como María y José buscaron y prepararon un lugar para el nacimiento de su hijo en Belén, también nosotros debemos prepararnos.  De no ser así, ¿cómo podrá entrar Cristo a nuestros corazones y transformarlos?

El llamado de San Juan Bautista al arrepentimiento es directo e inquietante.  “¡Raza de víboras! ¿Cómo van a pensar que escaparán del castigo que se les viene encima? Muestren los frutos de una sincera conversión… todo árbol que no da buen fruto, será cortado y arrojado al fuego.”  Con este tipo de predica seguramente San Juan no recibía muchas invitaciones a cenar, pero estaba predicando una verdad necesaria que al final le costó su vida.

El arrepentimiento siempre engendra esperanza y gozo ya que solo al reconocer nuestros pecados puede Cristo liberarnos de ellos.  El arrepentimiento, aunque sea tan difícil reconocer nuestras faltas, siempre trae esperanza y gozo.  El arrepentimiento es paso necesario hacia la reconciliación.

A diferencia de una corte civil donde si uno se declara culpable, uno es castigado igual, en la corte de Dios, si uno se declara culpable con un corazón arrepentido, uno es siempre perdonado.

Cristo engendra vida nueva en nosotros de la misma manera que el profeta Isaías escribió que un brote surgirá del tronco de Jesé.  Del tronco seco, muerto y áspero de nuestras almas llenas de pecado, Cristo hace surgir un brote delicado, hermoso y lleno de vida que nos colma de vida nueva.  Su gracia llena nuestras almas cuando confesamos nuestros pecados y somos transformados en mujeres y hombres nuevos.

En las primeras líneas de su exhortación “La Alegría del Evangelio,” el Papa Francisco nos invita a orar de esta manear, “Señor, me he dejado engañar, de mil maneras escapee de tu amor, pero aquí estoy otra vez para renovar mi alianza contigo.  Te necesito.  Rescátame de Nuevo, Señor, acéptame una vez más entre tus brazos redentores.”

Al terminar este tiempo de Adviento, busquemos la misericordia de Dios así como lo han hecho santos hombres y mujeres a través de la historia.  Que el ejemplo de ellos así como el de San Pablo y San Agustín, borre todo temor en nosotros al buscar la misericordia de Dios para que esta Navidad sea un tiempo de esperanza y gozo.


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