Declaración del Obispo Hartmayer sobre la Sentencia de la Corta Suprema

Declaración del Obispo Hartmayer sobre la Sentencia de la Corta Suprema June 29, 2015

Cada decisión que la Corte Suprema de los Estados Unidos ha dictado alguna vez, ha tenido como resultado una profunda decepción para algunos, y reivindicación para otros. Si todos estuviéramos de acuerdo con los resultados de estos casos discrepantes, no habría razón alguna para que el Tribunal se reuniera. Esta última decisión no es diferente.

De la misma manera, cada decisión de la corte está limitada en lo que puede lograr; y nuevamente, esta no es una excepción. Esta decisión no cambia las diferencias biológicas entre hombres y mujeres o los requisitos para la procreación de la vida humana, la cual requiere todavía la participación de ambos. No cambia las enseñanzas de la iglesia Católica sobre el Sacramento del Matrimonio, el cual une a un hombre y una mujer de manera maravillosa en una unión amorosa, que tiene un compromiso permanente y está abierta a la valiosa nueva vida bajo la bendición de Dios.

La Iglesia Católica sostendrá siempre que el matrimonio es una vocación de un hombre y una mujer a entregarse mutuamente con fidelidad, a través de votos sagrados, a una vida compartida hasta la muerte, la cual los compromete a complementarse en su desarrollo como esposo y esposa y a ser co-creadores con Dios, mediante la procreación de la vida humana.

Esta decisión de la Corte Suprema es principalmente una declaración de los derechos civiles, y no una nueva definición del matrimonio según la doctrina de la Iglesia.

Sin embargo, este juicio no exime a aquellos que bien sea aprueben o desaprueben esta decisión, de las obligaciones de civismo entre unos y otros. Tampoco es licencia para un lenguaje viperino o un comportamiento vil contra aquellos quienes tienen una opinión diferente a la nuestra.

Esta acción de la Corte es una decisión que confiere un derecho civil a algunas personas que antes no ejercían. No soluciona el debate moral que la precedió y que seguramente continuará.

El debate moral debe incluir también la manera de tratarmos mutuamente, especialmente a aquellos con quien estamos en desacuerdo. Todos somos Hijos de Dios, quien nos manda amarnos unos a otros. En muchos aspectos esa cuestión moral es por lo menos tan consecuente e importante como lo es la concesión de este derecho civil.

Esta decisión nos ha ofrecido a todos una oportunidad para continuar el importante y vital diálogo del encuentro humano, especialmente entre quienes sustentan opiniones diametralmente opuestas respecto a este resultado.

Esta decisión ha hecho mi ministerio como obispo más complejo ya que continúo sosteniendo las enseñanzas de mi iglesia en cuanto al Sacramento del Matrimonio, y la dignidad trascendente e igual de toda persona humana.


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