Hace algunos años, cuando mi sobrino tenía unos seis o siete años, mi familia pasaba momentos difíciles debido a una enfermedad, cambios inesperados e incertidumbre económica. Ese mismo año había ingresado al seminario, así que como un nuevo estudiante de filosofía, estaba yo viviendo una transición algo estresante que me llenaba de ansiedad.
Mientras en casa durante unas vacaciones, estaba en camino a la tienda con mi sobrinito. Antes de subir al carro, mi sobrino escuchó nuestra conversación entre adultos donde tratábamos de resolver las diferentes dificultades que estábamos enfrentando. Cuando empecé a manejar hacia la tienda, mi sobrino comenzó a decirme desde el asiento de atrás todo lo que deberíamos hacer y cómo deberíamos hacerlo. Al llegar a un pare, giré mi cabeza, miré a mi sobrino y le dije, “no necesitas preocuparte por estas cosas. Yo soy el que se preocupa de ellas. No es tu trabajo preocuparte.”
Al girar de vuelta para continuar el camino, listo para seguir conduciendo, cerré mis ojos y tuve una revelación. Sentí un gran alivio. Por meses Dios me estaba diciendo las mismas palabras que yo le acababa de decir a mi sobrino. Así como estaba yo frustrado con mi sobrino que se preocupaba por cosas más allá de su control o alcance, de esa misma manera, seguramente Dios estaba frustrado conmigo ya que me preocupaba mucho de cosas más allá de mi control o mi alcance.
“No te preocupes sobre tu vida, qué comerás o beberás… Por tanto, no se preocupen por el día de mañana; porque el día de mañana se cuidará de sí mismo.”
Jesús pronuncia estas hermosas palabras en la Biblia, sin embargo, nos preocupamos por todo tipo de cosas, y la mayoría de estas están más allá de nuestro alcance, y por esta razón quedamos frustrados, enojados, ansiosos y finalmente deprimidos.
Debemos confiar en que si buscamos primero el Reino de Dios y su justicia como Jesús nos enseñó, todo se nos será dado. No hay necesidad de permanecer preocupado, frustrado, enojado, ansioso o deprimido si buscamos el Reino de Dios sobre todas las cosas.
Confiar en Dios requiere dejar ir de muchas cosas y permitir que Dios tome control. Sin embargo, aunque entendamos esta realidad, siempre nos cuesta creer que Dios proveerá todo lo que necesitamos. Nos preocupamos por el trabajo, los hijos, las finanzas, la economía, las guerras, la política, etc. Vemos las noticias 24 horas al día y hasta nos preocupamos por cosas que realmente no nos importan.
Jesús Cristo nos dice a diario, “búscame primero a mí y todo se te será dado.” Debemos tomar a Cristo de la mano y caminar con confianza, confiando que él nos llevará por el camino que conduce a la paz y plenitud. Un niño se agarra de la mano de su padre sin miedo, confiando en que su padre lo llevará a un lugar seguro. De la misma manera debemos confiar en que si buscamos primero a Dios sobre todas las cosas, él nos llevara a la salvación.
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